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El existencialismo de una lagrima.


A veces, nos preguntamos cuál es el objetivo de nuestra vaga existencia.

Unas reales, otras no tanto.

A veces soñamos y otras nos conformamos.

A veces luchamos y otras sólo divagamos.

A veces la tenemos clara y otras,

nos cuesta ver un horizonte de sentido, con tanto humo mental.

Entre día y día, efímeros y negativos pensamientos, invaden inútilmente nuestro inconsciente. Formando, errados ideales de destino que se disfrazan de desilusión y frustración, haciéndonos perder el equilibrio y en oportunidades, lapsos de vida.

Amores pasados, metas no llegadas, amigos que se fueron, sueños rotos, palabras no dichas, arrepentimientos, besos no dados, deudas, obligaciones, enajenaciones, corazones paralizados, labios tristes, canciones no cantadas, pasos no bailados, colores sin gastar.

En conclusión, una vida en suma pausa.

Cuando piensas que nada puede ser peor, llega ese momento.

Un existencialismo corrosivo, invadiendo tu libertad.

Un trago amargo, encadenando tu sonrisa.

Un anochecer que no amanece, haciendo sangrar tus ideales.

Un sentimiento de culpa tremendo, que cansa tus ojos, tus pasos, tu andar.

Una falsa aspiración de progreso, que no tiene contentillo ni con chocolates.

Un naufragio emocional.

Una estación de paranoia y depresión, sin boleto de regreso.

Entonces, todo se apaga, se estanca, se cae.

Pedazos de ilusión flotan por el espacio.

Las manos ya no quieren escribir, los ojos no se quieren abrir, las cejas se hinchan de tanta presión, los lagrimales ya no pueden cerrar y las cobijas son las únicas que producen un tibio soplo de censurada felicidad.

El confort ya no es agradable. Se siente frío, triste y tembloroso.

Entras en un retroceso fetal, con un tortuoso parálisis del tiempo.

Cuestionas la luna, el sol, el mar, la arena, el amor, la amistad, la familia, la soledad, las hojas secas, los susurro del viento. Ya no cantas tu canción favorita.

Te acostumbras al malestar, ya no puedes salir de ahí.

En esa oscuridad, exclamas a gritos luz. Buscas en cada rincón del paraíso terrenal, un corazón latente, una mano fraterna, un abrazo real.

Pero no hay nada, todo sigue gris.

Te mal viajas en negativas imaginarias, falsos comentarios y situaciones malintencionadas.

Piensas que todos quieren hacerte daño, pero es irreal.

Después de morir tantos días, renaces.

Te ves desde fuera, secas tus lagrimas.

Brilla en tu consciente, un prisma de visiones paralelas.

Entiendes que las escamas se caen y una cascara negra se rompe, dando paso a la nueva vida.

Al final, siempre amanece y después de la tormenta, llega la calma.

Los ojos vuelven a brillar y sientes un cosquilleo en todo el cuerpo.

Un cosquilleo muy parecido a un trago de vida.

Te levantas y le sonríes al cielo. Pegas en tu techo un nuevo sueño.

Te sientas a pensar lo vivido y te das cuenta que perdiste años, envuelto en oscuridad.

Una oscuridad que transgrede el equilibrio y la tranquilidad.

Que a veces si, es necesaria, pero te priva de lo más sagrado de la vida, vivir.

Entonces escribes, cantas, bailas, dibujas, conoces nuevas personas, te enamoras, creces, caes, te levantas, aprendes, enseñas, haces nuevos proyectos, consigues aliados, disfrutas las caricias. abrazas, besas, ayudas, saltas, sueñas, crees, creas, luchas, mueres y vuelves a renacer.

Te das cuenta que eres más sabio y todo cumple su ciclo.

Que todo lo vivido, te ha hecho más fuerte.

Que tenias que tomar caminos diferentes.

Que valoras mucho más la vida. Cada año, cada minuto, cada segundo.

Que amas con más fuerza, que abriste nuevamente tu corazón.

Que sales a montar en bici, solo por recibir un soplo de viento, y eso tan simple, te hace muy feliz.

Que esperas la madrugada, para ver el sol salir y la noche, para admirar la luna brillar.

Que encuentras hermosas las flores y más valiosos los momentos con tu familia.

Porque te detuviste a ver volar una mariposa, y con suspiros entendiste que la vida no es para siempre.

Que nada es eterno, que lo único que permanece joven son tus ojos.

Que esperaste ser una oruga todo el invierno, para en la primavera deslumbrar al mundo con tus nuevos colores. Listo para comenzar el ciclo de vida de nuevo, así dure de dos, a tres días.

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